¿Conductor o mecánico? ¡Ambos! 

¿Quién no ha tomado en algún punto de su vida una clase de idiomas? 

¿Quién no ha batallado para comprender las complejidades de otra lengua? 

Seguramente, y con mayor razón si estás leyendo esto, tú seas una de estas personas, así como yo también lo he sido varias veces. Pero entonces, probablemente también te ha pasado que, al momento de aprender una nueva palabra, una nueva estructura gramatical o incluso al tratar de producir un nuevo sonido, has tenido que pedir una explicación más profunda y has recibido una respuesta como “pues así es y ni modo” o “es parecido a… pero no igual”. Pues a mí también me pasó y me llenaba de frustración cada que tenía una gran incógnita a la que nadie me podía dar una respuesta satisfactoria, ni siquiera mis propios profesores. 

En mi cabeza, yo pensaba que si alguien se presentaba como profesor de algún idioma era porque tenía la respuesta a los detalles más minuciosos de la lengua que enseñaba. Sin embargo, conforme conocí a más y más profesores de idiomas, me fui dando cuenta de que, en realidad, eran muy contados los que podían desmenuzar una lengua precisa y acertadamente. ¿Cómo sabía esto? Porque cuando a mí me preguntaban otros compañeros por algo que yo ya manejaba, no sabía decirles cómo había llegado a hacerlo. Irónicamente, repetía las explicaciones escuetas que me habían dado mis maestros. Era en esos momentos que me daba cuenta de que estos profesores sólo podían tener éxito si contaban con buenos imitadores, pero no todo el mundo es bueno imitando. 

Entonces, si un profesor de idiomas no necesariamente es capaz de desmenuzar todos los patrones de una lengua para enseñárselos a sus alumnos, ¿quién sí? Pues resulta que la persona que se encarga de estudiar las lenguas desde una perspectiva científica sí existe y es el lingüista. Pero ¿cuál es la diferencia? Bueno, en realidad es imposible generalizar y decir que ningún profesor de idiomas es lingüista y viceversa, pero a veces, por diferentes razones, hay gente que se dedica a dar clases cuando sólo habla el idioma. Por lo tanto, la pregunta es ¿no basta con hablar una lengua para ser capaz de saber cómo funciona? La respuesta corta es no, pero déjame ponértelo en términos más fáciles. 

Para que me entiendas mejor, voy a ponerte una comparación muy sencilla. Haz de cuenta que alguien que habla una lengua, ya sea porque la estudió o porque la adquirió, es como si fuera un conductor de un coche. Esta persona es capaz de acelerar, de frenar, de abrir y cerrar las ventanas, de activar y desactivar el limpiaparabrisas cuando llueve, de poner la direccional al cambiar de carril, entre muchas otras cosas. Esto es como si un hablante de español supiera miles de palabras, pudiera producir todos los sonidos que necesita y manejara todas las formas gramaticales del idioma. 

Sin embargo, si le preguntas al conductor qué sucede en el coche para que todo lo que hace se lleve a cabo, lo más probable es que no sepa y que sólo sepa que sabe hacerlo sin necesidad de conocer todo el mecanismo que el coche tiene detrás de cada acción. En otras palabras, si le preguntamos a un hispanohablante cómo produce su erre fuerte o cuándo usa el modo subjuntivo, es altamente probable que no sepa cómo produce el sonido ni cuándo usa este modo (es más, puede que ni sepa a qué te refieres con “subjuntivo”), pero los sabrá producir y usar perfectamente, aunque desconozca el funcionamiento de la lengua española. 

En cambio, la persona que sí podrá responder estas interrogaciones tan técnicas es el mecánico, porque su trabajo es justo ese: entender todo lo relacionado con la estructura y el funcionamiento interno del coche. En otras palabras, sabe cómo funciona el motor para poder acelerar y frenar, cómo deben operar las ventanas para poder abrir y cerrarse, qué sucede cuando el limpiaparabrisas se activa y comienza a moverse de un lado al otro, y las señales eléctricas que hacen que se encienda la direccional. 

Siguiendo con la analogía, el lingüista es la persona que sabe en dónde poner la lengua y cómo expulsar el aire para articular un sonido, las partes que componen a una palabra y lo que significan, la función gramatical de cada parte de la oración, las múltiples acepciones que un solo término puede llegar a tener en diferentes contextos, la razón por la que no todos los hablantes de una lengua la producen de la misma forma, etc. Es decir, conoce detalladamente los mecanismos internos de una lengua. 

Sin embargo, así como un conductor no necesariamente es mecánico, un mecánico no necesariamente es conductor. O sea, así como un profesor que solamente habla una lengua no necesariamente puede desmenuzarla minuciosamente, un lingüista no forzosamente habla la lengua que quieres aprender ni puede enseñarte o guiarte para poder alcanzar los conocimientos que él posee. Pero entonces, ¿quién sí? 

Aquí es en donde entra en juego el título de este texto. Desde mi punto de vista, la persona idónea para guiar a estudiantes que quieren dominar una lengua desde sus aspectos más mínimos hasta su uso adecuado es un profesor que sea ambos: tanto conductor como mecánico; esto es, tanto hablante como lingüista. 

Esto no quiere decir que esta persona que tenga ambas cualidades va a enseñarle al estudiante cómo ser lingüista per se, sino que, más bien, va a darle los conocimientos necesarios para poder comprender la lógica detrás de ciertos fenómenos lingüísticos que, al final, lo volverán un hablante más competente. 

Lo mismo sucede cuando se nos poncha una llanta y llevamos el coche al mecánico. Él nos puede explicar por qué pasó y qué debemos hacer si esto vuelve a suceder, pero esto no nos convierte en mecánicos; simplemente, nos da conocimientos de mecánica básicos para poder resolver un conflicto relacionado con nuestro coche y, de alguna forma, nos vuelve conductores más competentes. 

Cabe destacar que el propósito de este texto no es demeritar ni subestimar el trabajo de ningún profesor de idiomas que sólo hable la lengua que enseña, sino motivarlos a que adquieran conocimientos de lingüística que les permitan poder enseñar mejor para que sus alumnos aprendan mejor. 

Ahora ya sabes que la próxima vez que escuches a alguien decir “pues así es y ni modo” o “se parece a… pero no es igual”, recuerda que la lingüística puede ayudarte a encontrar la respuesta que buscas. 

Autor: Luigi SotomayorProfesor, lingüista y políglota.

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